lunes, 1 de mayo de 2017

HADAS 2.0



Hay actualmente un cierto movimiento de opuestos respecto a los cuentos de hadas que no deja de resultarme curioso: por un lado, lentamente, el género de los cuentos de hadas va encontrando valedores que lo rescatan, lo lustran y lo elevan al sitial alto que merece, alejado de la literatura infantil y las concepciones simplistas (baste fijarse en las recientes antologías de cuentos de las editoriales Zorro Rojo, Libros de las Malas Compañías o Impedimenta). Por otro, la perseverancia de los que lo siguen asociando con películas en color pastel e historias para niños.

El cuento de hadas, que tiene más que ver con nuestros temores íntimos, nuestras esperanzas, nuestros miedos y nuestros deseos más profundos, se había visto recluido, sin que nadie le preguntara, a los dormitorios infantiles.
Con la moderna revisitación de los géneros, el cuento de hadas vive un pequeño florecimiento: desde autores que quieren "modernizar" los cuentos tradicionales a los que escriben nuevos cuentos que llamaremos..."actuales".

En los primeros no me detendré y sólo les desearé el Mal.
Pero sí me apetece dedicar unas palabras a los segundos: Empiezan tener cierta presencia en las novedades editoriales de fantasía las historias relacionadas con hadas, o más bien, con el mundo de Faërie. Hasta ahí, estupendo. El problema es cómo anuncian estos libros las editoriales que los publican. A la luz de cómo los promocionan, el desconocimiento del género, el afán de marketing o el alocado deseo de crear una falsa novedad es irritante.

Cada vez que leo la solapilla de turno que me promete ver "las hadas como no las he visto nunca", o "las hadas han dejado de ser buenas" o "Un cuento de hadas políticamente incorrecto" o "una historia de hadas del siglo XXI..." o "un cuento de hadas escrito para adultos" como el equivalente a incluir en la historia personajes complejos u oscuros, no puedo dejar de mover la cabeza y pensar que el que lo ha escrito no tiene ni idea de lo que es un cuento de hadas, ni de lo que es Faërie (o quiere vendérselo a alguien que no tiene ni idea de lo que es un cuento de hadas o Faërie).

PORQUE LAS HADAS NUNCA HAN SIDO NI BUENAS, NI AMABLES, NI INFANTILES.

Me irrita que se venda eso como un rasgo de modernidad o innovación cuando está en el ADN del cuento de hadas. Y me irrita porque el lector que crea que eso es nuevo, deduce por tanto que lo anterior era lo contrario: hadas bondadosas, dulces y un pelín bobas.
Hace 70 años que ya esta idea viene molestando a los amantes de los cuentos de hadas. Para muestra un botón: los enanos de Disney ya irritaron a Tolkien y a C.S. Lewis cuando vieron Blancanieves.

El problema de vender las actuales historias de hadas como novedad, porque las hadas son malvadas o egoistas (o simplemente complejas) o porque  se tratan temas como la sexualidad o la madurez es que se eleva a canon la idea de que los tradicionales son tontos, simples y aniñados.

En las historias de Faërie, a menudo el Reino de las Hadas es llamado el Reino Peligroso, un lugar donde hay que temer y donde fácilmente puede uno perderse o morir. Las hadas son criaturas amorales y egoístas porque no se comportan bajo los parámetros humanos. Arruinar la vida de una persona alejándola para siempre de su familia puede ser para ellas una broma divertida.
El miedo al mundo de las hadas proviene de que es un mundo DESCONOCIDO y esa es su esencia. Dunsany lo explicita magníficamente en "La hija del rey del País de los Elfos" cuando se refiere a las tierras de los hombres como "las tierras que conocemos", porque lo que hay más allá es misterioso, desconocido y sobre todo PELIGROSO.

No puedo sino felicitarme de que el género fantástico empiece a recuperar lentamente el interés por los cuentos, los grandes olvidados y acaso, los huesos con los que se ha formado la Fantasía.

Bienvenidas actuales novelas o cuentos de hadas: hablad de ellos y decid que son maravillosos, emocionantes, preciosos... convenced al lector de lo increíble que va a ser su lectura.

Pero no al precio de simplificar a todo un digno, anciano y venerable género, que ya ha sido bastante maltratado.


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